Sexo & Identidad: Catequesis
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Catequesis sobre el sexo y la identidad

Cristo…manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación.  

Gaudium et Spes, 22

Los puntos siguientes están tomados de la sección 2 de la

Catequesis y políticas sobre algunas cuestiones sobre la teoría de género (2023).

Las notas al pie de página no se han cambiado en número y referencia del documento original para mantener la uniformidad.

 

La Iglesia enseña que la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, es una “creatura unificada compuesta de alma y cuerpo.”

El alma es el principio spiritual de cada persona humana y el “sujeto de la conciencia y libertad humana.”6 No obstante, la persona es verdaderamente ella sólo “cuando su cuerpo y su alma están íntimamente unidos.”7 La persona humana no es un alma o una mente que tiene un cuerpo como un mero accesorio biológico. Antes bien, la persona humana es un cuerpo formado por un alma.8 La vida y el amor humano “se viven siempre en cuerpo y alma”9 y, en consecuencia, el cuerpo es una “expresión vital del todo el ser.”10 De hecho, el cuerpo es tan integral al ser humano que el cuerpo y el alma están diseñados y destinados a vivir juntos siempre.11 El credo expresa la fe en la “resurrección de la carne,” y la creencia que todas las personas serán “resucitadas con sus propios cuerpos que ahora poseen.”12 El cuerpo que resucitará algún día es el mismo cuerpo que cada persona recibió como don y en el cual cada persona vive su vocación a la santidad.13

 

Nuestro sexo biológico, expresado en nuestro cuerpo, es un don de Dios y es incambiable.

El sexo biológico de una persona es expresado en y a través de su cuerpo. No puede ser cambiado porque está otorgado por Dios como un don y como una vocación, y “los dones y la vocación de Dios son irrevocables.”14 El sexo biológico es un don porque en el mismo acto de la creación Dios otorgó a cada persona humana un sexo biológico – “Varón y hembra los creó”15 – dos sexos que son diferentes, iguales y complementarios.16 Es una vocación porque trabajamos por nuestra salvación a través de nuestra masculinidad o femineidad. En otras palabras, la persona humana no experimenta la libertad y el gozo de la salvación fuera del sexo biológico, sino sólo en él y a través de él.

 

El “género” de una persona es inseparable de su sexo biológico.

El Catecismo de la Iglesia Católica explica que “la sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma.”17 De modo que, si bien el sexo biológico y el “género” – o el rol sociocultural del sexo y su identidad psicológica18 – pueden ser distinguidos, no pueden nunca ser separados.19 En el caso que una persona experimente alguna tensión entre el sexo biológico y el “género,” él o ella debe comprender que dicho conflicto no es pecaminoso en sí mismo,20 sino que es un reflejo de una “disarmonía más amplia causada por el pecado original,”21 y que muy frecuentemente resulta del residuo de las distorsiones sociales sobre el significado de la “masculinidad” y “femineidad.” Estas personas han de ser tratadas con respeto y caridad y “nadie debe sufrir bullying, violencia, insultos o discriminaciones injustas” basadas en tales experiencias.22 Sin embargo, la caridad “necesita ser entendida, confirmada y practicada a la luz de la verdad,”23 de modo que tales personas han de ser invitadas a buscar la armonía entre el sexo biológico y el “género” no a través del rechazo de uno de los dos, sino a través de la conversión a Cristo y a todo lo que la Iglesia pueda proveer. Sólo volviendo nuestras vidas a Cristo puede uno reconocer y aceptar la propia identidad sexual en cada uno de sus aspectos – físico, moral, social y espiritual 24 - y sólo a través de tal aceptación puede la persona humana experimentar la verdadera libertad prometida por Cristo.

 

El respeto por la creación implica también el respeto por el sexo biológico de la persona.

El Papa Francisco lo explica claramente: “Cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma.”25

Aprenda más

Recursos y referencias sobre el Género e Identidad y la Antropología Cristiana

Del Catecismo de la Iglesia Católica

  • Acerca de la identidad sexual
    CCC 2333, 2393
     
  • Acerca de ser hechos con cuerpo y alma
    CCC 362-368
     
  • Acerca de la modestia
    CCC 2521-2523
     
  • Acerca de la mutilación
    CCC 2297

De las enseñanzas de los Sumos Pontífices

Notas al pie de página

Las siguientes son notas al pie de página de Catequesis y Políticas

1 Juan 8, 32.

2 Gaudium et spes, 3-4.

3 San Juan XXIII, Mater et magistra, 1.

4 San Juan Pablo II, Veritatis splendor, 4; Congregación fpara la Educación Católica, “Varón y Hembra los Creó: Para una Vía de Diálogo sobre la Cuestión del Gender en la Educación” (Ciudad del Vaticano, 2019), 30.

5 San Pablo VI, Humanae vitae, 29.

6 Glossary of the United States Conference of Catholic Bishops—Libreria Editrice Vaticana English translation of the Catechism of the Catholic Church (Vatican: Libreria Editrice Vaticana, 2000).

7 Benedicto XVI, Deus caritas est, 5.

8 Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, I, q. 76; San Juan Pablo II, Audiencia General del 24 de octubre, 1979; CIC, 365.

9 Francisco, Lumen fidei, 34.

10 Benedicto XVI, Deus caritas est, 5.

11 Cf. San Juan Pablo II, Mensaje a los Trabajadores de la Salud, Phoenix, Arizona, 1987.

12 Cuarto Concilio de Letrán (1215), DS, 801.

13 San Ireneo, Adversus haereses 5.13.1. Comisión Teológica Internacional, Algunas Cuestiones Actuales en Escatología (1992), 1.2.5.

14 Romanos 11, 29.

15 Génesis 1, 27.

16 Catecismo de la Iglesia Católica, 355, 369.

17 Catecismo de la Iglesia Católica, 2332.

18 DSM-5, 451.

19 Decimocuarta Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos, Relatio finalis (24 de octubre 2015), 58; Francisco, Amoris laetitia, 56.

20 En la teología moral católica, el término “desordenado” posee un significado particular, el cual podría no ser idéntico al significado otorgado por los psicólogos y profesionales de la salud. Según la tradición moral católica, cada inclinación, deseo y acción está ordenada a un propósito particular o fin (por ejemplo: el consumir un medicamento está ordenado a la salud; las relaciones sexuales están ordenadas a la unidad de los esposos y a la procreación; etc.). Cualquier inclinación, deseo o acción que impida este propósito es considerada “desordenada” (por ejemplo: la inclinación a tomar medicamentos para suicidarse; o realizar relaciones sexuales contraceptivas). Ya que el propósito del cuerpo (dado por Dios) y el alma es estar unidos para siempre ante la presencia de Dios, una inclinación que interrumpa esta unidad – tal como una tensión expresa entre el sexo biológico y el “género” – sería considerada “desordenada.” Nótese bien que lo “desordenado” es la inclinación, deseo o acción, no la dignidad inherente de la persona. Para una mejor comprensión del concepto de “desorden” y la dignidad de la persona, véase el Catecismo de la Iglesia Católica, 2358, y la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Persona Humana.

21 Catholic Diocese of Arlington, “A Catechesis on the Human Person & Gender Ideology” (12 August 2021).

22 Congregación para la Educación Católica, “Varón y Hembra los Creó: Para una Vía de Diálogo sobre la Cuestión del Gender en la Educación” (Ciudad del Vaticano, 2019), 16.

23 Benedicto XVI, Caritas in veritate, 2.

24 Catecismo de la Iglesia Católica, 2333

25 Francisco, Laudato si, 155.

26 Relatio finalis, 24 de octubre 2015, 8, 58.

27 Francisco, Amoris laetitia, 56.

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