Dios es amor. Constantemente nos acerca a Sí mismo para ofrecernos Su amor. En el fondo, anhelamos esa unión con nuestro Creador amoroso. Dios nos invita a la comunión con su divino ser a través de la oración. Podemos entrar en comunión con Dios por medio de:
En el ajetreo de la vida cotidiana, fácilmente podemos ignorar las relaciones más importantes de nuestras vidas. Ya sea nuestro/a esposo/a, compañeros de departamento, nuestros hijos o nuestra familia extendida, en este momento único, Dios nos llama a acercarnos a ellos. Algunas maneras en que podemos hacer esto incluyen:
No se olviden de cuidarse a sí mismos (no descuiden el aseo personal, hagan ejercicio, escriban un diario y dedíquense a un nuevo pasatiempo!)
Nuestra fe nos desafía “amar a tu prójimo como a ti mismo.” ¿Conocemos quiénes son nuestros vecinos? ¿A quién Dios ha colocado a la casa vecina, al cruzar de la calle, y justo en frente de nosotros? Dios quiere que nos animemos, amemos y apoyemos unos a otros como Él lo hace. Algunas formas prácticas de crecer en comunión con nuestros vecinos incluyen:
Todos pertenecemos a la familia humana. Dios nos llama a trabajar en solidaridad por el bien de todos Sus hijos. Aquí hay algunas formas en que podemos acercarnos a quienes sufren en otras comunidades, estados y naciones:
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