Most Reverend Jerome E. Listecki
Archbishop of Milwaukee
El 3 de abril, les informé sobre mi decisión de autorizar la publicación de los documentos relacionados a los sacerdotes diocesanos con alegaciones confirmadas de abuso sexual de menores. Estos documentos están programados a ser publicados en la página web de la arquidiócesis la próxima semana y estoy seguro que van a generar mucha cobertura en las noticias.
Hemos trabajado con los abogados de sobrevivientes de abuso sexual, quienes identificaron casi 6,000 páginas de documentación que en su opinión deben hacerse públicos. Estos documentos demuestran la manera en que la diócesis manejó las alegaciones de abuso sexual, cómo respondió a los informes, y qué hicieron con los sacerdotes transgresores.
Mi esperanza en hacer estos documentos públicos voluntariamente es que ayudarán a los sobrevivientes de abuso sexual, a las familias, y al público en general a comprender el pasado, a ver el presente con mayor claridad, y permitirá que la Iglesia en el sureste de Wisconsin continúe adelante. Nunca podemos expresar adecuadamente a los sobrevivientes de abuso sexual cuánto sentimos lo que sufrieron. Ofrezco mis disculpas a todos los que han sido afectados y reitero que estoy dispuesto a reunirme con cualquier sobreviviente de abuso sexual que lo considere provechoso.
Lo que hacemos hoy en día para responder a los reportes de abuso es diferente a las décadas anteriores pero ese hecho no borra el pasado. Los documentos presentan una parte de la historia de lo que sucedió y demuestra cómo las personas hicieron lo mejor posible basados en lo que sabían en ese tiempo. Es posible que nunca obtengamos la perspectiva completa, ya que los archivos no son siempre claros y no hay manera de indagar más profundamente porque muchas de las personas involucradas fallecieron o lo que recuerdan ha ido desvaneciendo después del transcurso de 20, 30, 40 años o más.
Sin embargo, sabemos que se cometieron actos trágicos que perjudicaron a niños y jóvenes inocentes. La manera en que entendemos el abuso sexual de menores ha pasado por varias etapas. Anteriormente era visto como una falla moral y un pecado que se solucionaba a través de una determinación personal y dirección espiritual. Posteriormente se consideró como una deficiencia psicológica que requería terapia y podía ser curada; luego como un problema de adicción que requería terapia más extensiva y restricciones en el ministerio; además de todo esto, hoy en día reconocemos que los efectos del abuso sexual perduran por mucho tiempo y que los ofensores deben rendir cuentas por esta actividad criminal.
Reconocer nuestro pasado conlleva examinar cómo la Iglesia, especialmente sus obispos y sacerdotes, enfrentaron esta realidad en el transcurso de los años. Esto incluye enfrentar los errores que se cometieron, incluso si algunos de esos errores se hacen evidentes sólo en retrospectiva. También requiere que demostremos nuestra determinación para asegurar que algo así nunca más pueda volver a suceder.
En la actualidad, estoy seguro que no existe otra organización en el mundo que se esfuerce más para luchar en contra del abuso sexual de menores que la Iglesia Católica en los Estados Unidos.
Obviamente, en muchos de los documentos se describen algunos hechos terribles. Leer sobre los casos de abuso sexual, sean cometidos por un sacerdote, maestro, entrenador o miembro de la familia, es grotesco y desagradable. Me preocupan las reacciones que los sobrevivientes de abuso puedan tener al afrontar una vez más este material y elevo mis oraciones para que no tenga un efecto negativo en ellos. Quiero que todos sepan que tenemos disponible un sistema para proveer terapia y consejería profesional. Nuestros hermanos y hermanas necesitan y merecen todas las oraciones y apoyo que podamos proporcionarles.
También me preocupo por nuestro pueblo católico y la gente en general. Las noticias sobre este tema pueden estremecer la fe a cualquier persona. De hecho, si ustedes deciden ir a la página web y revisar este material, estén preparados para ser perturbados. Encontrarán descripciones graficas sobre el comportamiento de los sacerdotes ofensores y uno debe estar preparado antes de enfrentar tal material.
He escuchado a la gente preguntar, ¿Qué fue tan difícil? Un niño fue abusado, el sacerdote debe estar en la cárcel. Esta pregunta probablemente refleja el modo de pensar de la sociedad con el transcurso del tiempo; los documentos demuestran la progresión y evolución del modo de pensar sobre este tema. En los documentos hay ejemplos de padres de familia que querían que el obispo se enterara sobre el comportamiento del sacerdote ofensor, pero no querían que la policía se involucrara. Existen ejemplos de doctores y terapistas en los años setenta, quienes parecían estar más preocupados sobre el sacerdote que los niños, basados en su opinión profesional que el abuso no tendría consecuencias perdurables en un niño joven. La gran mayoría de los informes no son acontecimientos relacionados con un menor de edad, sino de adultos que reportaron algo que les sucedió hace décadas, por lo cual no se pudieron realizar cargos criminales en su contra.
No presento esto como una excusa, sino, como ejemplo de la complejidad del tema y el contexto en el cual se tomaron decisiones. En relación a la manera en que se manejaron los casos reportados, estoy convencido de que las personas que sirvieron en posiciones de autoridad posiblemente no estaban preparadas para tratar con este tema y dependían del asesoramiento de profesionales que proporcionaban terapia a los perpetradores. Estoy convencido que esos profesionales dieron su mejor esfuerzo, teniendo en cuenta lo que sabían en ese momento. Es fácil cuestionar decisiones del pasado basados en el conocimiento de hoy, pero no fue hasta fines de los años ochenta y a principios de los años noventa que la Iglesia y la sociedad comenzó a comprender mejor este tema. Fue entonces cuando surgieron los primeros programas formales de respuesta y apoyo a los sobrevivientes abuso. La Arquidiócesis de Milwaukee ha estado a la vanguardia, a nivel nacional, en esa área, así como en el desarrollo de políticas y protocolos para lidiar con los ofensores.
En general, los documentos revelan algunos de los siguientes temas:
-
Niños inocentes fueron víctimas de actos terribles.
-
Las personas no estaban preparadas en esta área para responder - a las víctimas y sus familias, y a los perpetradores.
-
Los líderes de la Iglesia y otros profesionales hicieron todo lo posible para hacer frente al problema dado el conocimiento disponible en ese tiempo.
-
Los reportes de abusos a menudo no fueron presentados a la arquidiócesis o a las autoridades civiles hasta décadas después de haber ocurrido el abuso.
-
La arquidiócesis ha mostrado constantemente el cuidado y la preocupación por los sobrevivientes de abuso, y ha pagado por el tratamiento de las personas que fueron abusadas.
-
Los incidentes de abuso se remontan a 25, 50, incluso 80 años atrás.
-
La mayoría de los perpetradores no fueron conocidos como tal por la arquidiócesis hasta años después de haber cometido el abuso.
-
En la década de los años setenta y ochenta, a menudo la práctica era remover a los sacerdotes de su parroquia por "razones médicas", enviarlos a recibir asesoramiento y, en base a una recomendación de su terapeuta o profesional médico, reasignarlos a otra parroquia.
-
Veintidós sacerdotes fueron reasignados a trabajar en parroquias aún después de que la arquidiócesis tuviera conocimiento sobre las preocupaciones manifestadas acerca del comportamiento de dichos sacerdotes.
-
Ocho de los veintidós sacerdotes reincidieron después de haber sido reasignados.
-
Las autoridades civiles no siempre condujeron investigaciones, ni tampoco la arquidiócesis.
-
Aún cuando los sacerdotes fueron enjuiciados y declarados culpables o no disputaron la acusación, usualmente recibían libertad condicional como sentencia y no iban a la cárcel.
-
Muchas veces, las personas reportaron preocupaciones sobre un sacerdote que no eran casos de abuso sexual, sino más bien se referían a comportamientos inusuales o cuestionables de parte del sacerdote demostrando atención o afecto no solicitados - lo que hoy conocemos como posibles signos de “acicalamiento” o preparación de la víctima antes del abuso.
-
A principios de 1990, comenzó a surgir un enfoque más formal para ofrecer ayuda y apoyo a los sobrevivientes de abuso y en nuestro tratamiento de los ofensores.
Estos no son momentos fáciles para la Iglesia, pero me fortalece la promesa consistente de las oraciones y el apoyo de los fieles en la arquidiócesis. Nuestra esperanza es que la publicación de estos documentos pueda ayudar a poner punto final a este capítulo de nuestra historia y nos permita seguir concentrándonos en nuestro deseo de trabajar con los sobrevivientes y enfocarnos en la educación y la prevención del abuso. Oramos por aquellos que son sobrevivientes de abuso sexual y declaramos nuestro apoyo constante para aquellos que han sido afectados, siguiendo el mandato del Señor de AMARNOS LOS UNOS A LOS OTROS.
Note: This blog originally appeared as the June 25, 2013 "Love One Another" email sent to Catholics throughout the Archdiocese of Milwaukee by Archbishop Jerome E. Listecki. If you are interested in signing up for these email messages, please click here.